Conceptualmente la Economía Circular implica la optimización de recursos, la reducción en el consumo de materias primas y el aprovechamiento de los residuos, reciclándolos o dándoles una nueva vida para convertirlos en nuevos productos, manteniendo el equilibrio entre el progreso y la sostenibilidad. Máxime cuando cada año utilizamos más recursos de los que el planeta puede proporcionar de manera sostenible.
Como por ejemplo en todo lo que afecta al plástico. Actualmente, una pequeña parte de los desechos plásticos que generamos, solo el 14%, según un informe del Foro Económico Mundial y la Fundación Ellen MacArthur, se recoge y recicla después de su uso. El resto termina en vertederos o en los océanos y vías fluviales, contribuyendo al calentamiento global.
Uno de los elementos dinamizadores clave hacia una Economía Circular es la que relaciona al consumidor, que hace uso de su poder de decisión y, en definitiva, de compra, hacia marcas que adoptan prácticas más sostenibles. La demanda se inclina progresivamente hacia empresas que ofertan alternativas sostenibles y asequibles, manteniendo una estrategia en su producto que evite que los materiales se desperdicien.
Está tendencia está cambiando progresivamente los hábitos de compra y presionando en definitiva para que se tomen medidas que aceleren esa transición.
Hábitos de consumo sostenibles
El informe de Trivium Packaging de 2022 nos aporta los siguientes indicadores sobre los hábitos de consumo:
- 66% de los consumidores considera importante la adquisición de productos empaquetados con materiales sostenibles
- 86% de los consumidores entre 18 y 45 años están dispuestos a pagar más por productos empaquetados con materiales sostenibles
- 74% comenta su interés por comprar bienes empaquetados con materiales reutilizables
Éste y otros indicadores de diferentes fuentes nos dan una imagen clara de cuál es la dirección a la que se están dirigiendo sus preferencias.
Por otra parte, los Gobiernos, en la misma corriente de sensibilización, están regulando cada vez más políticas relacionadas con la Responsabilidad Extendida del Productor (EPR). Y este movimiento no se detiene aquí. En los próximos años, la regulación EPR se extenderá a otros materiales problemáticos, incluidas las baterías y los componentes eléctricos.
Respecto a la posición competitiva de las empresas, la estructura de las tarifas EPR y la modulación de las mismas afectará a la competencia en el mercado de sus productos. En este caso, los fabricantes con productos ecológicos pagarán tarifas más bajas, y quienes no ejecuten esa transición en sus modelos productivos deberán aceptar tarifas más altas.
Cuanto mayor sea la carga impositiva, mayor será el beneficio de un producto diseñado en base a los conceptos de Economía Circular. Este diferencial competitivo es el punto central de la estrategia EPR y está en línea con el principio de quien contamina paga.
Las opciones para el productor pasan por aceptar la realidad del mercado, de los consumidores y del cumplimiento regulatorio de los gobiernos. En la capacidad de adaptación de sus modelos y estrategias a la búsqueda de oportunidades que permitan satisfacer a consumidores y gobiernos al mismo tiempo. En definitiva, que entiendan este escenario como un elemento de oportunidad diferencial, que afecta a su propia competitividad.
Del Impuesto del Plástico a la Economía Circular
Cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de consolidar compromisos en torno al crecimiento sostenible y el respeto al Medio Ambiente. Es una tendencia imparable cada vez más extendida. Las empresas y los gobiernos están adoptando modelos y regulaciones encaminadas a un uso racional de los recursos y, en definitiva, a promover una economía cada vez más circular.
Por su reciente entrada en vigor, el pasado 1 de enero, y también por el impacto que tiene en los modelos productivos de las empresas, el impuesto del plástico está de plena actualidad. Su objetivo es reducir el uso de plásticos no reciclados y fomentar el reciclaje, favoreciendo procesos empresariales más cercanos a la Economía Circular. Las empresas tienen por delante el reto de gestionar conforme a las distintas regulaciones estatales el uso de estos materiales y, fundamentalmente, de transitar hacia modelos con menor impacto medioambiental.
¿Qué es el impuesto del plástico?
El objetivo último que está detrás del impuesto sobre envases plásticos no reutilizables es incentivar la economía circular, reducir la generación de residuos y fomentar el reciclado de los residuos plásticos, favoreciendo el cuidado del Medio Ambiente.
El Impuesto sobre los envases de plástico no reutilizables es un tributo de naturaleza indirecta que recae sobre la utilización en el territorio español de envases que, conteniendo plástico, no son reutilizables. Tienen la consideración de envase todo producto destinado a prestar la función de contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías.
¿Cómo contribuye el impuesto del plástico a la Economía Circular?
El impuesto del plástico contribuye a la Economía Circular de varias formas. En primer lugar, reduce el uso de productos de plástico no reciclado. Reduce la cantidad de desechos plásticos no reciclados que terminan en los vertederos o en los océanos. Además, el impuesto incentiva a los productores a diseñar productos de plástico reciclado. Esto empuja al aumento de la cantidad de materiales reciclados disponibles para fabricar nuevos productos, lo que contribuye a la economía circular.
Finalmente, el impuesto contribuye también a la Economía Circular porque aumenta el precio de los productos de plástico no reciclado, un hecho que fomenta el uso de productos de plástico reciclado, que suelen ser más baratos. Por lo tanto, el impuesto del plástico contribuye a la Economía Circular al fomentar el uso de productos reciclados.
El impuesto del plástico es una herramienta que contribuye a reducir el uso de productos de plástico no reciclado y a fomentar el reciclaje. Favorece la Economía Circular al reducir la cantidad de desechos plásticos no reciclados, aumentar la cantidad de materiales reciclados disponibles para la fabricación de nuevos productos y aumentar el precio de los productos de plástico no reciclado.
Las empresas pueden aprovechar la nueva regulación del impuesto del plástico para reorientar sus procesos productivos hacia modelos más sosteniblesE